Existe una razón para dejar pasar las oportunidades en la vida en un momento determinado; lo cierto es, cuando queremos reaccionar, nos encontramos en que el tren se ha ido y éste no pasa dos veces a la misma hora. De esta manera podemos observar si estamos arrepentidos por no tomar la decisión a tiempo o sencillamente llegamos tarde a la cita a pesar de estar programada con anticipación.
Las oportunidades siempre están presentes, solo tenemos que estar pendiente de ellas y ser decisivos al momento de actuar. Seguramente, hemos escuchado de historias interesantes en como algunas personas han aprovechado la llegada del tren. No tuvieron dudas en comprar el boleto, montarse en su asiento y esperar la llegada al lugar seleccionado.
Es evidente que los cambios pueden ser muy fuertes, pero el ser humano tiene la capacidad de adaptarse cuando sus objetivos están claros y bien definidos. En caso contrario, podría parecerse al caso de Jonás. El hombre fue llamado por Dios para llevar un mensaje a la ciudad de Nínive, pero Jonás desobedeció y tomó rumbo equivocado (Jonás 1). Las consecuencias fueron fuertes, después del arrepentimiento, tuvo que recorrer más del doble del camino inicial y finalmente llegó a la meta. Dios le había dado una segunda oportunidad. (Jonás 3). Cumplió con la misión a un precio elevado, pero la cumplió.
No conocemos lo que ocurrirá con precisión en el futuro, pero no tengo la menor duda que si confiamos en Dios de manera genuina, El cuidará de nosotros; de esta manera cada uno podrá disfrutar de la paz que tanto anhela en su corazón. Salir de las profundidades solo depende de la decisión personal.
Dios les bendiga
Dios les bendiga
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