Antes
de leer el siguiente artículo, la gran pregunta que se debe hacer es: ¿alguna
vez has deseado tener lo que tiene otra persona?, la respuesta la debe conocer
cada lector.
He
escuchado en algunas personas referirse a la envidia de una manera tan
convincente y que ésta se divide en dos: una buena o sana y otra mala. En mi
opinión, existe una sola y no precisamente la buena. Cuando una persona siente
envidia se activan nodos de dolor físico en el cerebro, en otras palabras, la
envidia duele. Esto se puede describir de la siguiente manera: una
persona envidiosa se entera que a la persona que envidia le va mal, entonces se
activan centros de recompensa del cerebro, noticia que le alivia el dolor. Unos
dicen: "Yo no me alegro lo que le ha sucedido, pero siento un gustico por dentro". Esto
sirve para clarificar que la envidia no tiene clasificación.
Es
normal que existen personas que la tengan más activada que otras. Ella está
dentro de cada uno de nosotros. Lo importante es identificarla y qué hacer para
que no viva más en ese lugar. No hay duda que una gran parte de nosotros tiene
una carga desde nuestra infancia y adolescencia. Cuando salimos de casa
cargados con nuestras experiencias familiares, nos encontramos con un mundo en
el cual sentimos miedo y curiosidades ante lo que ven nuestros ojos. Lamentablemente
parte del guión que hemos aprendido es inconsciente, lo tenemos grabado en
nuestro cerebro. Ahora que eres consciente y has decidido cambiar, entonces tu
vida tendrá una transformación positiva.
Si
queremos conocer como alejarnos de la envidia, el apóstol Pablo nos da la guía
en cómo hacerlo. Les recomiendo leer 1 Corintios 13.
Aquí
les dejo algunas características del verdadero amor:
Es
paciente con las imperfecciones de nuestros semejantes, siempre actúa para
bien, no tiene envidia y por ende no es competitivo; al contrario, desea lo
mejor para los demás. No es ostentoso, no es arrogante ni rudo, se comporta de
buenas maneras, es generoso, no es grosero ni hostil, se mantiene equilibrado
en tiempos difíciles, no es rencoroso, no se goza de la desgracia ajena, no difunde rumores
malignos, ayuda a otros y se mantiene fiel hasta el final.
En estos tiempos de navidad que
deseamos estar reunidos con nuestros seres queridos, celebrando el nacimiento
del Salvador del mundo (Jesús), es momento para reencontrarnos con nosotros mismos y mirar
en la dirección correcta.
Dios
les bendiga
Mientras
más cerca te encuentras de la envidia,
más
alejado(a) estás del verdadero amor.
L.I.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario