jueves, 18 de diciembre de 2014

EN EL VERDADERO AMOR NO EXISTE LA ENVIDIA

Antes de leer el siguiente artículo, la gran pregunta que se debe hacer es: ¿alguna vez has deseado tener lo que tiene otra persona?, la respuesta la debe conocer cada lector.

He escuchado en algunas personas referirse a la envidia de una manera tan convincente y que ésta se divide en dos: una buena o sana y otra mala. En mi opinión, existe una sola y no precisamente la buena. Cuando una persona siente envidia se activan nodos de dolor físico en el cerebro, en otras palabras, la envidia duele. Esto se puede describir de la siguiente manera: una persona envidiosa se entera que a la persona que envidia le va mal, entonces se activan centros de recompensa del cerebro, noticia que le alivia el dolor. Unos dicen: "Yo no me alegro lo que le ha sucedido, pero siento un gustico por dentro". Esto sirve para clarificar que la envidia no tiene clasificación.

Es normal que existen personas que la tengan más activada que otras. Ella está dentro de cada uno de nosotros. Lo importante es identificarla y qué hacer para que no viva más en ese lugar. No hay duda que una gran parte de nosotros tiene una carga desde nuestra infancia y adolescencia. Cuando salimos de casa cargados con nuestras experiencias familiares, nos encontramos con un mundo en el cual sentimos miedo y curiosidades ante lo que ven nuestros ojos. Lamentablemente parte del guión que hemos aprendido es inconsciente, lo tenemos grabado en nuestro cerebro. Ahora que eres consciente y has decidido cambiar, entonces tu vida tendrá una transformación positiva.

Si queremos conocer como alejarnos de la envidia, el apóstol Pablo nos da la guía en cómo hacerlo. Les recomiendo leer 1 Corintios 13.

Aquí les dejo algunas características del verdadero amor:

Es paciente con las imperfecciones de nuestros semejantes, siempre actúa para bien, no tiene envidia y por ende no es competitivo; al contrario, desea lo mejor para los demás. No es ostentoso, no es arrogante ni rudo, se comporta de buenas maneras, es generoso, no es grosero ni hostil, se mantiene equilibrado en tiempos difíciles, no es rencoroso, no se goza  de la desgracia ajena, no difunde rumores malignos, ayuda a otros y se mantiene fiel hasta el final.
En estos tiempos de navidad que deseamos estar reunidos con nuestros seres queridos, celebrando el nacimiento del Salvador del mundo (Jesús), es momento para reencontrarnos con nosotros mismos y mirar en la dirección correcta.

Dios les bendiga
Mientras más cerca te encuentras de la envidia,
más alejado(a) estás del verdadero amor.
L.I.

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