La sangre inocente no tiene justificación alguna ante los ojos de
Dios, tampoco puede tener justificación delante de los hombres; por
eso no puede quedar impune. Al final de cada vida, Dios pedirá cuentas
directamente a cada responsable.
El derramamiento de sangre es consecuencia de los actos de violencia, y
terminan en muerte en la mayoría de los casos; el deterioro social, la falta de control lleva
a que exista un campo de batalla sin ninguna justificación. Lamentablemente la crisis de valores en un sentido
amplio, es la portada de titulares donde sus habitantes caminan junto a la sombra de la muerte.
Sabemos
que existe una justicia divina y ésta será ejecutada por Dios a cada culpable,
porque El Señor detesta seis cosas y aún siete que le causan horror: "los ojos soberbios, la gente mentirosa, las
manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina planes
perversos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla
mentiras, y el que enciende rencillas entre hermanos". (Proverbios 6:16-19).
Existe una tristeza colectiva en muchos corazones.
Es muy lamentable lo que ocurre diariamente, vidas inocentes son separadas violentamente de sus familiares produciendo dolor e impotencia en la sociedad. Solo les pido que haya
unidad delante Dios desde cualquier parte que estemos, oremos por esta situación; porque El Señor silenciosamente ayuda al que le clama con un corazón sincero
(Salmo 17).
Dios les bendiga a todos.
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