viernes, 13 de junio de 2014

AÚN VIENDO, SE PUEDE PADECER DE CEGUERA

Dice un refrán popular: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Estas palabras suelen recordarse una vez que se llega a una realidad inesperada; otras, las recuerdan ante una dificultad sin una supuesta salida en un momento determinado. ¿Qué pasa con la visión cuando la desesperanza arropa la vida en ese instante?

Las personas ciegas pueden ser de nacimiento, producto de un accidente o enfermedades; pero ¿Qué de aquellos que aún viendo todavía siguen siendo ciegos?. A pesar de ir al oftalmólogo, su visión puede ser muy buena; en el mayor de los casos te mandan a usar lentes bifocales, progresivos, de contacto o llegar a la operación correctiva. Después de un corto tiempo, el cerebro manda información a cada ojo y el cómo funcionar correctamente,  y aún no ven. ¿Cuál es la ceguera que padece?

El problema no es la visión, el problema radica en el corazón que no le permite al ser humano ver como Dios manda; llegando afectar otro sentido, el oído. Aquel hombre que actuando de manera humilde y pudo partir la historia en dos, expresó las siguientes palabras: “Por eso les hablo a ellos en parábolas: "Aunque miran,  no ven;  aunque oyen,  no escuchan ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: "Por mucho que oigan,  no entenderán;  por mucho que vean,  no percibirán. Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible;  se les han tapado los oídos,  y se les han cerrado los ojos.  De lo contrario,  verían con los ojos,  oirían con los oídos,  entenderían con el corazón y se convertirían,  y yo los sanaría. Pero dichosos los ojos de ustedes porque ven,  y sus oídos porque oyen. Mateo 13:13-16

En el siguiente diálogo entre Jesús y el ciego Bartimeo en la ciudad de Jericó, nos enseña cual es la causa de la ceguera humana. He aquí el fragmento de la escena:

Y cuando Jesús ya salía de la ciudad, seguido de sus discípulos y de mucha gente, un mendigo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. Al oír que era Jesús de Nazaret, el ciego comenzó a gritar:
-¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más todavía:
-¡Hijo de David, ten compasión de mí!
Entonces Jesús se detuvo, y dijo:
-Llámenlo.
       Llamaron al ciego, diciéndole:
-Ánimo, levántate; te está llamando.
 El ciego arrojó su capa, y dando un salto se acercó a Jesús, que le preguntó:
-¿Qué quieres que haga por ti?
       El ciego le contestó:
-Maestro, quiero recobrar la vista.
 Jesús le dijo:
      -Puedes irte; por tu fe has sido sanado.
     En aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús por el  camino.  
     Marcos 10:46-52

    ¿Cuál es la ceguera que padece el mundo hoy día? 

   Pablo lo comprendió y lo expresó de la siguiente manera: “Que nadie se engañe. Si alguno de ustedes se cree sabio según las normas de esta época,  hágase ignorante para así llegar a ser sabio. Pues la sabiduría de este mundo es pura tontería para Dios”. 1Co 3:18-19a 

Dlb

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