Quiero agradecer al Señor, por la oportunidad que me ha dado en vivir este año. A pesar de las diferentes tribulaciones que transitamos a diario, Dios ha sido fiel. En medio de su amor y misericordia, nos ha sostenido grandemente.
Un pequeño tiempo ha transcurrido, el cual, llamamos un año, doce meses, trescientos sesenta y cinco días. Lo que hicimos o dejamos de hacer pertenece al pasado. Lo importante es enfocarse correctamente en lo que Dios nos ofrece, la esperanza.
En estas fechas es cuando más se habla de palabras claves como: paz, amor, prosperidad, salud, trabajo, familia, entre otras. Todas ellas son importantes y están presentes en el esfuerzo del ser humano por alcanzar sus metas personales. sin embargo, al final del camino siempre habrá algo que faltará. Una vez más emprenderá la lucha en otro periodo de tiempo y volverá a darse cuenta que ese algo sigue faltando. Puede ser que ese sea el propio Dios. Puede estar en millones de labios, más no en millones de corazones.
El Señor quiere bendecir las vidas de cada ser humano, no tiene distinción entre blancos, negros, mestizos, americanos, europeos, africanos, asiáticos, pobres o ricos. El niño que nació en el Pesebre, creció y murió por cada uno de nosotros; lo interesante es que no quedó en el pasado, él seguirá presente hoy, mañana y siempre.
Si estamos buscando una salida para que ese algo no siga faltando, Jesús (la esperanza) nos dice: "venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí. que yo soy manso y humilde de corazón, y hallaréis paz para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana" Mateo 11:28-30
Bendiciones para cada uno de ustedes.