Apreciados lectores, hace un año vino a mi mente el nombre de este espacio llamado: Reingeniería de la Familia. Puedo decir que la idea no fue mía, estoy convencido que Dios la puso en mi mente para que la compartiera libremente. Al principio, en mi pensamiento estaba en dar algunos tips desde mi punto de vista en esta área de la familia que tanto hace falta en estos tiempos, pero algo cambió de repente. Comprendí que uno no tiene la capacidad para cambiar a ninguna persona, no cabe duda que podemos ser excelentes instrumentos cuando obedecemos a quien nos creó y que cada uno cambia si se propone en hacerlo.
Hay un pasaje en la Palabra de Dios que dice: Yo soy la vid, ustedes las ramas; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva muchos frutos, porque separados de mí nada puedes hacer. (Juan 15.5). Este pasaje me hizo dar un giro y desde ese momento, comencé a escribir algunos temas específicos a la luz de la Palabra de Dios y ocurrió algo que debía pasar, algunos seguidores abandonaron el blog otros se agregaron y así transcurrieron los primeros doce meses. Ha sido de gran bendición este tiempo a mi vida; ustedes a través de sus comentarios, opiniones, correos y el compartir algunos escritos; han puesto su granito de arena para seguir adelante, han sido excelentes personas.
Le doy las gracias a Dios por la oportunidad que me dio; a ustedes por su apoyo de manera voluntaria desde las diferentes latitudes donde se encuentran. Solo le pido al Todopoderoso que nos acompañe a cada uno y en cada hogar, porque estoy convencido que no hay otro camino para fortalecer cada familia si no está presente la ayuda de Dios y de esa manera tendremos una mejor sociedad.
Dios les bendiga grandemente.