Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
Y les dijo: Cuando oréis, decid:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Seguramente usted se sabe estas palabras de memoria y las ha repetido muchas veces. No se trata de repetirla una vez más como para cumplir con Dios en unos pocos segundos. Se trata que a través de ese modelo de oración que nos dejó Jesús, el ser humano pueda encontrar el camino de las transformaciones de la vida; y para ello, hay que tener tiempo de calidad a solas con él. Por lo general nos acercamos al Padre cuando existe una necesidad, también acércate en los tiempos de agradecimiento.
Todo hijo e hija que se dirigen al Padre con reverencia es un hermoso acto de respeto, y cuando los hijos respetan al padre, la lluvia de bendiciones nunca estarán ausentes.
¿Quieres sentir el abrazo de tu Padre?, solo acércate a él y verás como tu vida comenzará a cambiar.
Dios les Bendiga.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario